Dámaso Pérez Prado |
Lo cierto es que el grito que se
escucha en medio de las famosas piezas del músico matancero es algo
característico, pero, hablando en serio, no es esa la mayor peculiaridad del mambo,
sino su ritmo contagioso que hace estremecer al cuerpo cuando se baila.
Aunque se reconoce a Dámaso Pérez
Prado como el creador del popular ritmo, a finales de la década de los 40 y
principios de la de los 50, no es menos cierto que sus antecedentes se remontan
diez años más atrás, cuando los hermanos Orestes e Israel López, integrantes de
la orquesta Arcaño y sus Maravillas, crearon una variante del danzón con un
compás más rápido y le introdujeron una sincopa en la percusión, característica
propia de la música africana.
Antonio Arcaño fue el primero en
denominar a una parte de esos danzones como “mambo” y a finales de la década de
los 30 el músico José Urfé incluyó en su pieza El bombín de Barreto un montuno al estilo del son cubano. Ya en esa
época algunos músicos de la orquesta de Arcaño le llamaban “mambear” a
interpretar esa parte de los temas musicales.
Arcaño describió ese “mambo” de la
manera siguiente: “El mambo es un tipo de montuno sincopado que posee la
sabrosura rítmica del cubano, su informalidad y su elocuencia. El pianista
ataca en el mambo, la flauta lo oye y se inspira, el violín ejecuta rítmicos
acordes de dobles cuerdas, el bajo le adapta el “tumbao”, el timbalero repica
con el cencerro, el güiro rasquea y hace el sonar de las maracas, la
indispensable tumba corrobora el tumbao del bajo y fortalece el timbal”.
Fue Orestes López quien creó primer danzón
llamado precisamente Mambo en el que
se combinaban elementos sincopados, tomados del estilo del son, con
improvisaciones de la flauta.
Luego el pianista y arreglista
matancero Pérez Prado, a finales de 1949 presentó en México un ritmo totalmente
nuevo al que llamó mambo y con el cual logró gran éxito.
El nuevo ritmo se identifica con un
formato de orquesta de jazz y percusión cubana desde la exigencia de Pérez
Prado, o sea, una instrumentación ampliada dispuesta por cuatro o cinco
trompetas, cinco saxofones, trombón, flauta, piano, contrabajo, batería,
maracas, cencerro, bongó y tumbadoras.
A propósito del tema el investigador,
escritor, saxofonista y musicólogo cubano Leonardo Acosta comentó:
“Yo diría que Pérez Prado tomó algo
más: precisamente ese "guajeo" o "montuno sincopado" que se
llamó mambo, y que en aquellos años 40 eran el sello que caracterizaba "la
onda" o "la moña" Pero en el mambo de Dámaso también están
presentes la guajira (en el mambo caén), la rumba (en el mambo batiri, más
rápido), el propio danzón y hasta el jazz”.
La palabra “mambo”, de manera similar
a otros términos musicales afroamericanos, se deriva de un lenguaje africano, particularmente
el congolés. Algunos estudiosos la traducen como “cosa” u “objeto”, para otros su
significado es "conversación con los dioses", “conversación” y “conocimiento”.
También se les llama de esa forma en Haití a las sacerdotisas de la religión
vudú. Pero, lo cierto es que en la actualidad, y gracias a la genialidad de
Dámaso Pérez Prado, en todo el mundo la palabra referencia el pegajoso ritmo
que hace a los bailadores mover la cintura y los hombros, como recalca el texto
del mambo Bonito y sabroso, de Benny
Moré, otro exitoso cultivador de ese género musical.
Dámaso Pérez Prado nació en la ciudad
de Matanzas el 11 de diciembre de 1917 y falleció en México el 14 de septiembre
de 1989. Fueron sus profesores Rafael Somavilla Pedroso y María Angulo y su
carrera se inició en su provincia natal como integrante del conjunto de otro de
los grandes exponentes de la música cubana: Senén Suárez.
Pérez Prado se trasladó a La Habana en
1941, aquí trabajó como pianista en las orquestas de los cabarés El Kursal,
Panchín y Pennsylvania, después pasó a laborar en las agrupaciones de Paulina
Álvarez, los Hermanos Palau, Julio Cueva, en la Casino de la Playa, la del
circuito CMQ y la Cubaney, en la que se interpretaron sus primeros arreglos
musicales.
Su desempeño como instrumentista fue
indudablemente, pero lo que en realidad dio fama a este músico fue el mambo, un
ritmo que le trascendió y continúa vivo para bien de la cultura cubana.
Mambo número 5. Orquesta de Dámaso Pérez Prado
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