Cuenta un chiste popular cubano que
cuando el compositor y pianista cubano Dámaso Pérez Prado llevó el mambo a
México, a la hora de subir al avión, un aduanero sospechó de uno de los
miembros del conjunto porque no portaba un instrumento musical. El individuo en
cuestión le explicó al funcionario que él era el integrante más importante de
la orquesta, pues era el encargado de propinarle un fuerte pisotón a Pérez
Prado para que gritara ¡huuuuggg!