Muchos mitos y leyendas circulan en torno a los cementerios. Nada casual.
A la incertidumbre de lo que hay más allá de la muerte y las creencias establecidas ya sobre el particular, se suman a otros muchos factores que hacen del camposanto un lugar misterioso.
Algunos mitos van decayendo con el desarrollo. Por ejemplo: existían muchas leyendas acerca de personas sepultadas aún con vida. La catalepsia, esa enfermedad nerviosa en que las funciones corporales pueden disminuir hasta hacerse imperceptibles, podía confundir haciendo parecer muerta a la persona que salía de su crisis acostada en un sarcófago ¡Qué horror!
Con los adelantos científicos actuales es casi imposible que esto suceda y eso hace decaer la fuente de la imaginería popular.
Algunos cuentos de personas enterrados vivos:
Una señora de recio abolengo, quien en la noche despertó de su letargo dentro del ataúd y comenzó a gritar, desesperada, pidiendo ayuda. Se dice que el velador del cementerio localizó la sepultura pero no podía solo mover la lápida. Entonces marcó el lugar dejando su propia chaqueta sobre la sepultura y corrió a buscar ayuda, salvando así a la mujer. (Debe haber sido muy bien recompensado).
Un cantante famoso. Dicen que al exhumar sus restos encontraron los huesos de una de sus manos en el lugar en que debía haber estado su estómago. Suponen que la desesperación lo hizo comerse su propia mano tratando de sobrevivir en espera de ayuda.
Una madre con su hijo, muertos durante el parto. Cuentan que enterraron el cuerpo del recién nacido entre las piernas de la madre y que durante la exhumación encontraron los restos del bebé sobre el pecho de la madre.
Algunas de estas crónicas tienen detalles bastante cuestionables, creo yo, pero forman parte de ese misterio mágico que rodea a los camposantos, esos lugares a donde vamos a parar todos irremisiblemente, pero a donde pocos quieren ir.
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