Juan José Núñez Fotoreportero Comunitario de la Capital Cubana
El Barrio Chino de hoy no es, ni puede ser, remotamente lo que era antes de mediados del Siglo XX, cuando la afluencia de una migración china, formada por una juventud dispuesta a triunfar en sus actividades o proyectos, emprendía allí sus iniciativas con el entusiasmo y la energía acorde a sus aspiraciones y edades.
Hay factores, como es el de la longevidad, que es determinante porque no ha habido relevo; otro de mucha importancia, que merece evaluación, ha sido la disminución inmigratoria desde China a partir de las transformaciones socioeconómicas del proceso revolucionario de liberación chino, iniciado en 1949.
Prueba inequívoca es que desde hace mucho pasaron los tiempos de las hambrunas que costaban a la nación millones de vidas. Por otro lado, los hechos de nuestra época son inocultables, hoy las migraciones se producen generalmente del mundo subdesarrollado hacia las potencias industrializadas.
En un taller internacional de antropología en La Habana, se expreso el fundado temor de que la Comunidad China envejece y tiende a desaparecer.
Actualmente las edades de los chinos puros o naturales, oscila entre los 65 años, los más jóvenes y los mas longevos rebasan los 85, según cálculos, ya que no existen estadísticas precisas.
A toda esta narrativa, podemos comentar, que existe un grupo promotor, honorable y prestigioso para la recuperación del Barrio Chino y realizan ingentes esfuerzos por los órdenes históricos y humanos.
En un edificio de dos plantas en la calle Manrique No. 506 entre Zanja y dragones, municipio Centro Habana, se ubica la Residencia China la cual alberga a unos ochenta abuelos aproximadamente, los que en su primera juventud dieron vida a la zona con su presencia y su arduo trabajo.
En una anécdota que contó el Historiador de La Ciudad, Doctor Eusebio Leal, a la periodista Susana Tesoro, recordaba que en la actual zona de la Plaza de la Revolución, donde se encuentra el monumento a José Martí, además de cultivarse campos enormes de flores, estaban los huertos de los chinos, donde permanecieron azada en mano, sobre sus campos preciosamente organizados.
Hasta la próxima, chao.
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