Pudo ser el primer medallista olímpico de cuba, pero la pobreza y el infortunio le arrebataron la medalla
Félix de la Caridad Carvajal y Soto, el Andarín Carvajal como lo conocía el pueblo, nació el 18 de marzo de 1875, en un vetusto edificio ubicado en la calle Águila esquina a Malecón, en la barriada de Colón, hoy perteneciente al capitalino municipio de Centro Habana. Se trasladó muy pequeño con su familia para San Antonio de los Baños, al oeste de la actual provincia La Habana. Fue su pasatiempo favorito, cuando niño, correr a la par de los quitrines y los caballos, o subir a paso largo las colinas para dejar sin aliento a sus compañeritos de juego.
El 1889, con 14 años, gana su primer lauro en duelo atlético con el español Mariano Bielza. Desde las 8 de la mañana comenzaron a darle vueltas al parque del pueblo y a las cinco el español abandonó exhausto, mientras que Carvajal continuó por dos horas más.
En 1895 marchó a la manigua para convertirse en correo de los mambises. Sus prodigiosas piernas lo llevaron de pueblo en pueblo llevando y trayendo mensajes hasta que tuvo que salir huyendo hacia Tampa, bajo riesgo de caer en manos del enemigo.
Al final la guerra regresa a La Habana, donde ejerce como cartero, mandadero y hasta portero del Hotel Inglaterra, a la vez que se destaca como deportista.
Para poder participar en la maratón de los III Juegos Olímpicos, de San Luis, despliega una ingente labor por todos los barrios para recaudar el precio del pasaje.
Así logra viajar a Estados Unidos. Cuando el Andarín se paró en la línea de arrancada llevaba más de 24 horas sin ingerir alimentos. Bajo condiciones agobiantes -como una temperatura de 32 grados Celsius- y con un vestuario y calzado totalmente inadecuados arrancó sometido a las burlas de sus contrincantes. A los 5 kilómetros de recorrido llevaba la punta. Luego de 25 kilómetros la debilidad comienza a hacerse sentir, el estómago oprimido y la vista en candelillas. Un poco más adelante se come unas manzanas verdes de un árbol que encontró a la orilla del camino, las que le provocan fuertes retortijones, diarreas y vómitos. En más de tres ocasiones precisa dejar la senda para evacuar el vientre. Debido a este accidente pierde fuerzas y tiempo, por lo que solo logra llegar a la meta en cuarto lugar.
Personaje pintoresco, continuó sus andanzas deportivas, cosechando más de 57 galardones que quedaron registrados en la edición del 10 de junio de 1916 de "El Heraldo de Cuba". En 1928 ya con 53 años logra la proeza de darle 4375 vueltas a la Manzana de Gómez (ubicada entre las calles Monserrate y Zulueta; Neptuno y San Rafael) y dos años después cubre 2300 kilómetros por carretera entre Guane (Pinar del Río) y Santiago de Cuba.
Completamente olvidado y desatendido, en una mísera casucha bajo el puente de La Lisa, fallece, el día 27 de enero de 1949 este atleta que bien hubiera podido ser el primer medallista olímpico de Cuba.
Félix de la Caridad Carvajal y Soto, el Andarín Carvajal como lo conocía el pueblo, nació el 18 de marzo de 1875, en un vetusto edificio ubicado en la calle Águila esquina a Malecón, en la barriada de Colón, hoy perteneciente al capitalino municipio de Centro Habana. Se trasladó muy pequeño con su familia para San Antonio de los Baños, al oeste de la actual provincia La Habana. Fue su pasatiempo favorito, cuando niño, correr a la par de los quitrines y los caballos, o subir a paso largo las colinas para dejar sin aliento a sus compañeritos de juego.
El 1889, con 14 años, gana su primer lauro en duelo atlético con el español Mariano Bielza. Desde las 8 de la mañana comenzaron a darle vueltas al parque del pueblo y a las cinco el español abandonó exhausto, mientras que Carvajal continuó por dos horas más.
En 1895 marchó a la manigua para convertirse en correo de los mambises. Sus prodigiosas piernas lo llevaron de pueblo en pueblo llevando y trayendo mensajes hasta que tuvo que salir huyendo hacia Tampa, bajo riesgo de caer en manos del enemigo.
Al final la guerra regresa a La Habana, donde ejerce como cartero, mandadero y hasta portero del Hotel Inglaterra, a la vez que se destaca como deportista.
Para poder participar en la maratón de los III Juegos Olímpicos, de San Luis, despliega una ingente labor por todos los barrios para recaudar el precio del pasaje.
Así logra viajar a Estados Unidos. Cuando el Andarín se paró en la línea de arrancada llevaba más de 24 horas sin ingerir alimentos. Bajo condiciones agobiantes -como una temperatura de 32 grados Celsius- y con un vestuario y calzado totalmente inadecuados arrancó sometido a las burlas de sus contrincantes. A los 5 kilómetros de recorrido llevaba la punta. Luego de 25 kilómetros la debilidad comienza a hacerse sentir, el estómago oprimido y la vista en candelillas. Un poco más adelante se come unas manzanas verdes de un árbol que encontró a la orilla del camino, las que le provocan fuertes retortijones, diarreas y vómitos. En más de tres ocasiones precisa dejar la senda para evacuar el vientre. Debido a este accidente pierde fuerzas y tiempo, por lo que solo logra llegar a la meta en cuarto lugar.
Personaje pintoresco, continuó sus andanzas deportivas, cosechando más de 57 galardones que quedaron registrados en la edición del 10 de junio de 1916 de "El Heraldo de Cuba". En 1928 ya con 53 años logra la proeza de darle 4375 vueltas a la Manzana de Gómez (ubicada entre las calles Monserrate y Zulueta; Neptuno y San Rafael) y dos años después cubre 2300 kilómetros por carretera entre Guane (Pinar del Río) y Santiago de Cuba.
Completamente olvidado y desatendido, en una mísera casucha bajo el puente de La Lisa, fallece, el día 27 de enero de 1949 este atleta que bien hubiera podido ser el primer medallista olímpico de Cuba.
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