Foto: EcuRed |
El 11 de junio de 1820 se fundó el ayuntamiento
constitucional en el caserío ubicado al sur sureste de la bahía de La Habana que más
tarde crecería y se ramificaría hasta llegar a ser, hoy, uno de los 15 municipios
que integran la provincia capital de Cuba.
Se trata San Miguel del Padrón, que si bien no es el más extenso,
tiene un considerable territorio y varios barrios populosos.
Según los historiadores ese núcleo poblacional surgió entre los ríos
Luyanó y Martín Pérez que desembocan en la ensenada de Guasabacoa de la rada
habanera.
Aunque no existe evidencia arqueológica, se tienen referencias de que
en ese lugar se asentaba una tribu aborigen, pero no se ha podido determinar de
que tipo.
Según el historiador Gerardo Castellanos, el lugar era propicio por
la existencia de cursos de agua y la cercanía de la bahía, donde los nativos
podían pescar y cazar y tenían garantizado el suministro de agua potable,
además de contar con la posibilidad de desarrollar la agricultura y la
recolección de frutos silvestres de la abundante vegetación que poblaba la
zona.
Por su parte Fernando Ortiz asegura que algunos artefactos
aborígenes fueron hallados en la zona, pero según escribió este investigador,
esas muestras, que fueron depositadas en el Museo Montané de la Universidad de La Habana, parecen haberse
extraviado.
El caserío, surgido al sur de la bahía, junto al Camino General de la Isla, tomó su nombre del ingenio*
San Miguel y de la capilla en que se rendía culto al santo del mismo nombre y,
aunque no se ha podido determinar con precisión por qué se le empezó a
denominar del Padrón, se supone que fue por el empadronamiento o registro de
bienes efectuado allí por orden real.
Tampoco se conoce la ubicación exacta del ingenio, pero por el
testamento de su propietario, Don Antonio de Heredia, se sabe que este existía
al menos desde mediados del siglo XVII y que funcionó hasta el primer cuarto
del siglo siguiente.
En 1670 la iglesia de San
Miguel fue declarada auxiliar de la de Guanabacoa, construida en la misma
época, y en 1745 fue erigida en parroquia autónoma y contaba con su propio cementerio.
Tres años después de haberse constituido en municipio independiente,
San Miguel del Padrón volvió al estatus de partido rural, perteneciente a
Guanabacoa y a mediados del siglo XIX se convirtió en partido judicial.
Según sus límites actuales tiene una superficie de 25,7 kilómetros cuadrados,
de los cuales cerca de una tercera parte están dedicados a labores
agropecuarias. Su población alcanza una cifra superior a los 155 mil habitantes
y sus municipios colindantes son: Regla por el Norte, el Cotorro por el Sur,
Guanabacoa al Este y por Oeste los territorios de Arroyo Naranjo y 10 de
Octubre.
Y un dato curioso, San Miguel del Padrón careció de servicios
médicos propios hasta 1852 en que una epidemia de cólera azotó Cuba y obligó a
las autoridades a instalar allí un hospital provisional, pero no fue hasta las
primeras décadas del siglo XX que en ese territorio se estableció por primera
vez un servicio asistencial estable.
En San Miguel nacieron o residieron importantes figuras de la
cultura universal, entre las que vale la pena destacar a la artista de la
plástica Antonia Eiriz, al actor Antonio Palacios, los escritores Olga Alonso y
Ernest Hemingway, los músicos Ignacio Piñeiro y Benny Moré y el poeta Jesús
Orta Ruiz, el Indio Naborí.
En San Miguel del Padrón se encuentran dos conocidas obras
escultóricas que dan nombre a las zonas en las que se encuentran emplazadas. La
más conocida sea quizás La virgen del camino, que se encuentra en lo que
pudiera catalogarse como el corazón del municipio y un importante punto de
enlace entre este y otros municipios habaneros como 10 de Octubre, Guanabacoa y
el Cotorro.
La Virgen
del camino, obra de la afamada escultora Rita Longa, es una figura de bronce
que se mantiene de pie en medio de una fuente, vestida al estilo arameo y
sosteniendo una rosa de los vientos en sus manos.
Al igual que en la fontana de Trevi, muchas personas arrojan monedas
a la fuente para pedir deseos a la virgen.
La otra escultura emblemática es El caballo blanco, del que se dice
que se mandó a hacer por encargo del acaudalado médico Matías Cabrera,
propietario de un bello ejemplar equino llamado Reluciente. Este monumento
marca la intersección de la calzada de Güines con la calle Dolores.
*Ingenio: Fábrica de azúcar
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