La participación de Cuba en la séptima cumbre de las
Américas, después de que fuera expulsada de la Organización de Estados
Americanos (OEA), revolvió el avispero de los enemigos más encarnizados de la
Revolución Cubana.
Ya se habían puesto en estampida el 17 de diciembre cuando
el señor Barack Obama cometió el pecado de reconocer que la política de su país
hacia la mayor de las Antillas había fracasado y que se proponía un cambio,
aunque dejó bien claro que ese cambio no implicaba que Estados Unidos abandonara
sus aspiraciones de propiciar un cambio en el sistema político cubano.
Pero si bien hay un panal de agresivas avispas tratando de
derrocar al gobierno de Cuba también en la isla hay un avispero –y mucho más
grande– con sus aguijones dispuestos a picar a quienes osen amenazar su nido.
Y entre esas avispas están los jóvenes, aunque algunos
contrarrevolucionarios trasnochados apuesten por un cambio de sistema cuando
esa juventud se haga cargo del poder en el verde caimán caribeño.
Este viernes estuve recogiendo impresiones de algunos
estudiantes habaneros de preuniversitario y jóvenes profesores tratando de
sonsacar cuáles eran sus pensamientos y sentimientos acerca de los más
recientes acontecimientos relacionados con la séptima cumbre de las Américas, la
recogida de firmas para solicitar a Obama que derogue el decreto en que señala
a Venezuela como un “peligro” para la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Podemos escuchar, en sus propias voces, los criterios que al
respecto tienen quienes integran ese grupo etario, caracterizado por la
rebeldía y las ansias de cambio.
Para quienes andan diciendo que las firmas recogidas en Cuba
a favor del pueblo venezolano fueron bajo coacción y para quienes aún apuestan
por la caída del sistema político y social cubano cuando las nuevas
generaciones se hagan cargo del poder, estas declaraciones son un contundente mentís.
Cualquier persona interesada en el tema puede venir a la mayor de las Antillas
y hacer una encuesta y confirmará que la mayoría del pueblo apoya la Revolución
y que los jóvenes no son la excepción. Ellos quieren cambios, y sin dudas los
pondrán en práctica cuando les llegue la oportunidad de gobernar, pero esos
cambios nunca implicarán regalar al imperio nuestras conquistas sociales.
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