Joseíto Fernández, el Rey de la Melodía |
Para escribir de este habanero ilustre no
basta una cuartilla, pues su historia guarda muchos momentos dignos de
ser mencionados.
De cuna humilde, nació el cinco de
septiembre de 1908 en una casa de la calle Gervasio entre Estrella y
Maloja en el capitalino barrio de Los Sitios, actual municipio de Centro
Habana. Allí vivió y creó hasta sus últimos días, brillando no solo por
su genialidad artística, sino por su humildad, su decencia y el
exquisito trato con sus vecinos y los niños del barrio.
A los 12 años de edad ya José Fernández Díaz cantaba
en serenatas con sus amigos del barrio mientras se ganaba la vida como
zapatero. Luego, sin poseer estudios musicales académicos, formó tríos y
sextetos de aficionados hasta que comenzó a cantar en varias orquestas
típicas.
Su carrera profesional se inició en el trío
que formó con los hermanos Gerardo y Juan Llorente. En los años 20 del
XX se integró a varios sextetos soneros: Los Dioses del Amor, Juventud
Habanera, Boloña, Jiguaní y Amate. Cantó con charangas danzoneras:
Raimundo Pía, Antonio María Bustamante, Los caciques, y la de Alejandro
Riveiro, que después se denominó Orquesta de Joseíto Fernández.
Además de vocalista de depurado estilo y
extenso registro vocal, fue compositor de una depurada obra. Su oficio
de sonero le permitió identificarse con los elementos del son campesino y
del punto cubano.
Su catálogo autoral cuenta con una extensa cifra de sones, guajiras y
guarachas, pero la Guantanamera fue sin dudas la que lo elevó al
estrellato.
Contaba el propio autor que la melodía
surgió al calor de una pasión amorosa que le despertó una bella mujer de
la tierra del Guaso, puntual asistente a todas sus presentaciones.
Creada en 1928; no fue hasta casi una
década después que la guajira Guantanamera ganó popularidad, cuando el
maestro Alejandro Rivero comenzó a tocarla como última pieza de las
presentaciones de su orquesta.
Mientras el conjunto interpretaba los
acordes de la pegajosa melodía, Joseíto improvisaba décimas sobre las
cualidades de las mujeres presentes en el lugar.
El 8 de junio de 1963 la pieza saltó a los
escenarios internacionales al ser interpretada en Nueva York, por el
cantante y compositor folclorista estadounidense Pete Seeger.
En los años cincuenta, Julián Orbón, le adaptó los Versos Sencillos de José Martí. En 1962, el músico Héctor Angulo
se encontraba en Nueva York, como profesor en un campamento de niños, a
quienes les enseñó la versión hecha por Orbón. Esos acordes fueron
escuchados por Seeger quien, entusiasmado, decidió montar la canción.
A pesar de la fama ganada, Joseíto Fernández, a quien se le apodaba con razón El rey de la melodía, nunca abandonó su proverbial humildad y así los vecinos podían verlo, sentado en el quicio de su puerta, saboreando el café mañanero en un jarrito de esmalte antes de partir hacia su trabajo.
Muchos años después de su desaparición física aún pervive su obra y su recuerdo, perpetuado en la casa de cultura de Centro Habana que lleva su nombre. Y así será, por mucho tiempo más, mientras una guajira guantanamera siga recorriendo el mundo.
Fuente: EcuRed
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